Europa se encuentra hoy en día en un cruce de caminos. Nuestro continente debe una gran parte de su cultura al Evangelio: solidaridad y Derechos del Hombre, universidades, hospitales y catedrales. Sin embargo estamos en riesgo a partir de ahora, de traicionar a esta alma de Europa. Una dictadura del relativismo y una cultura de la muerte se están desarrollando. Constatamos que los cristianos son cada vez mas objeto de discriminaciones y observamos una tendencia en la política a limitar los valores de un humanismo inspirado en el Evangelio, al ámbito de lo privado. Pese a ello sabemos por la experiencia que cuando Dios no es nuestro Padre, ¡tampoco somos hermanos de nadie! Es por ello que debemos de fundamentar el futuro de nuestro continente en Cristo. Queremos una Europa que se preocupe por la libertad de religión y por la libertad de conciencia, una Europa joven y dinámica, que sea un signo de esperanza para el mundo.
Para lograrlo, debemos rezar y trabajar.
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